miércoles, 31 de agosto de 2011

Amando al Señor y confiando en Su salvación.



Experiencia de Cristo. (Como el alimento).

Watchman Nee.


El río y el árbol son
figuras cumbres del Edén;
al hombre dan con su suplir
un eternal sosten.

Coro:
Dios está en Cristo para suplir
como el Espíritu nutre El;
si me alimento de Cristo yo,
lleno de El seré.

El árbol muestra a Cristo hoy
como una viva provisión,
que brinda al hombre el rico Dios,
para satisfacción.

El río del Espíritu
al hombre viene en Su fluir;
le trae a Dios en Su caudal,
para ser su suplir.

Como el Espíritu en mi ser,
vive el glorioso Cristo hoy,
para Su imagen expresar
me mezcla El con Dios.

A este Cristo exaltaré;
Su gloria dando a conocer,
sumiso al Espíritu,
lleno de gracia y fe.


lunes, 29 de agosto de 2011

Cristo en el libro de Hebreos.

Puestos los ojos en Jesús, el autor y perfeccionador de nuestra fe, el cual, por el gozo puesto delante de El, sufrió la cruz menospreciando el oprobio y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Heb.12:2)

La palabra griega traducida: Puestos los ojos, denota mirar fijamente apartando la mirada de cualquier otro objeto. Los creyentes hebreos tenían que volver la mirada de todas las cosas de su ambiente, de su antigua religión, osea, el judaísmo, y su persecusión y de todas las cosas terrenales para poner los ojos en Jesús, quien ahora está sentado a la diestra del trono de Dios en los cielos.

A partir del capítulo 1:3 este libro nos dirige continuamente al Cristo sentado en el cielo. Pablo, en todas sus otras epístolas, nos presenta principalmente al Cristo que mora en nuestro espíritu (Ro.8:10, 2Ti.4:22) como el Espíritu vivificante (1Cor.15:45) para ser nuestra vida y nuestro todo. Sin embargo en este libro, Pablo nos dirige particularmente al Cristo que se ha sentado en los cielos y que tiene tantos aspectos que nos puede cuidar en todo.

En la demás epistolas de Pablo, el Cristo que mora en nosotros está en contraste con la carne, el yo, y el hombre natural. En este libro, el Cristo celestial está en contraste con la religión terrenal y con todas las cosas terrenales. Para experimentar al Cristo que mora en nosotros, necesitamos volvernos a nuestro espíritu y tocarle. Para disfrutar al Cristo celestial, necesitamos apartar la mirada de todo lo terrenal y contemplarlo sólo a Él quien está sentado a la diestra del trono de Dios.

Si ponemos los ojos en El, en aquel que es todo-inclusivo y maravilloso, El nos ministrará los cielos, la vida y la fortaleza, impartiéndonos e infundiéndonos todo lo que El es, para que podamos correr la carrera celestial y vivir la vida celestial en la tierra. De esta manera nos llevará por todo el camino de la vida y nos guiará y nos llevará a la gloria. (2:10).

Tomado de las notas al pie de página de Hebreos 12:2 del Nuevo Testamento Versión Recobro. Living Stream Ministry.

Negar la vida del alma.

Pero El volviéndose dijo a Pedro: !Quítate de delante de mí, Satanás¡ me eres tropiezo, porque no pones la mente en las cosas de Dios, sino en la de los hombres. Entonces Jesús dijo a Sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará. Mateo 16:23-25. N.T.V.R.


Negar nuestro yo significa renunciar a nuestra vida anímica, nuestra vida natural. (Lc. 9:25).
Los tres términos que se encuentran en los versículos 23 al 25 están relacionados: Mente, sí mismo y la vida del alma. La mente es la expresión del yo (de uno mismo), y el yo es la suma total de la vida del alma. La vida del alma es expresada y vivida en el yo, y el yo es expresado por medio de la mente, los conceptos, los pensamientos, las opiniones personales.
Cuando no ponemos nuestra mente en las cosas de Dios sino en la de los hombres, nuestra mente aprovecha la oportunidad de actuar y expresarse. Esto fue lo que le sucedió a Pedro. Asi que, con lo que el Señor dijo a continuación, indica que Pedro tenía que negarse a sí mismo, es decir, que en lugar de salvar la vida de su alma, tenía que perderla. Perder la vida del alma, es la realidad de negarse a uno mismo. Esto es tomar la cruz.

La cruz no solo hace sufrir sino que también mata. La cruz mata al criminal y acaba con él. Cristo primero llevó la cruz y luego fue crucificado. Nosotros Sus creyentes, primero fuimos crucificados con Él y ahora llevamos la cruz. Para nosotros, llevar la cruz es permanecer bajo la operación de la muerte de Cristo, la cual acaba con nuestro yo, nuestra vida natural y nuestro viejo hombre. Al hacer esto negamos nuestro yo para seguir al Señor.

Antes de la crucificción del Señor los discípulos le seguían de modo exterior. Pero ahora, después de Su resurrección, le seguimos de modo interior. Debido a que en Su resurrección El ha llegado a ser el Espíritu vivificante (1Cor.15:45) que mora en nuestro espíritu (2Ti.4:22) le seguimos en nuestro espíritu (Gá.5:16-25).

Tomado de las notas al pie de página de Mateo16:23-25 del Nuevo Testamento Versión Recobro. Living Stream Ministry.

lunes, 22 de agosto de 2011

Comiendo del árbol correcto.



Así como el Padre es la fuente y el origen de todo, Cristo, tipificado como el árbol en el huerto del Edén, es la fuente de vida.

La vida que recibió Adán era la vida anímica o la vida del alma (en griego Psujé), la vida o el álito de todo ser humano. Dios quería que Adán comiera del árbol de la vida para que reciba la vida de Cristo, o la vida divina (en griego: Zoé). Por la desobediencia del hombre se nos fue privada de la entrada al huerto del Edén.

Así como podemos obtener manzanas de un manzano, o naranjas de un naranjo, del árbol de la vida solo se puede obtener vida. El Señor dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. El no solo es el camino para volver al huerto, sino que El mismo es la vida. Como árbol de vida, El nos suministra Su misma persona para que le podamos comer y asimilarlo en nuestro ser. El dijo: El que me come, el también vivirá por causa de mí. Cuando disfrutamos al Señor como el árbol de vida, como nuestra fuente de alimento y satisfacción cumplimos el deseo de Dios en Génesis: Comer del árbol correcto.

En el aspecto negativo, está el árbol del conocimiento del bien y del mal. Luego de ser expulsado del huerto del Edén, el hombre ha tratado de encontrar y contactar a Dios utilizando su intelecto y su conocimiento. La religión nos dice que debemos estudiar mucho y tener conocimiento para conocer a Dios. Pero el Señor dijo: Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Juan 6: 33-35 54-57.

El asunto no es estudiar el árbol, sino de comerlo. No se trata de leer mucho sobre Cristo, sino de alimentarnos de Él y asimilarlo en nuestro ser para que se forje en nuestro interior. Esto va más allá de un simple conocimiento doctrinal, se trata de vivir por la vida que está en nuestro espíritu. El nuevo testamento fue establecido por el Señor al darnos de comer su carne y beber su sangre. Hacemos memoria de Él cuando le comemos y no cuando leemos un libro de teología.

El árbol de la ciencia del bien y del mal es algo inherente en el ser humano, es parte de nuestra naturaleza caída y pecaminosa. Por naturaleza queremos saber más, conocer y discernir el bien del mal. Pero de esta manera comemos del árbol incorrecto. Ahora bien, el conocimiento de Cristo se da por el comer el árbol de la vida, por alimentarnos de la fuente de la vida, Cristo es esta fuente, y por lo tanto Cristo es este árbol. Mientras disfrutemos al Señor como nuestro pan de vida, como nuestra agua de vida, como nuestro cordero inmolado y como el árbol de vida, ganaremos más de la vida de Dios y más de Cristo será forjado en nuestro ser.

En Cristo: M.A.G.

El Dios de los patriarcas.


Es bien sabido que Abraham, Isaac y Jacob son conocidos como los patriarcas del pueblo de Israel. Pero es necesario mirar el significado espiritual de estos tres hombres. El número tres en la biblia representa la trinidad, así que sin lugar a dudas en estos tres hombres se pueden encontrar aspectos de la divinidad de una manera misteriosa.

Estos tres hombres, son tres figuras, tres tipos de lo que Dios es para nosotros. Todo cristiano debe experimentar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob.

Abraham significa, padre de muchedumbre de gentes. Su nombre elude a Dios como el padre, o la fuente de todos los llamados a salir, de todos los que han sido llamados por Dios para ser parte de Su pueblo. Conocer al Dios de Abraham, es conocer al Dios de donde proviene todo lo creado, es conocer nuestra fuente. Abraham fue llamado a salir de su tierra y su parentela para que Dios haga, a partir de él, una nueva nación, un nuevo pueblo. De la misma manera, hoy como pueblo de Dios hemos sido llamados a salir de toda contaminación y del mundo corrompido por el pecado para servir al Señor como nueva creación, como un pueblo nuevo. Nuestra fuente es el Padre de todo lo creado, conocer a este Dios es conocer al Dios de Abraham, el padre de muchedumbres.

El segundo aspecto está en Isaac. Abraham obedeció a Dios al tratar sacrificar a Isaac, su único hijo. Isaac es un tipo de Cristo, el hijo de Dios, sacrificado por nosotros. Es curioso que en Génesis se hable mucho de Abraham y de Jacob, pero de Isaac solo se encuentra el relato de su nacimiento, el intento de sacrificio por parte de su padre, y de cómo Abraham le buscó esposa.

Aquí vemos tres aspectos de Cristo en Isaac: Fue llevado al sacrificio, heredó todo lo que tenía su padre, y le consiguieron una novia hermosa y de su mismo linaje. Es necesario que experimentemos al Dios de Isaac en el Hijo, en Cristo, quien murió por nosotros, quien también ha heredado todo lo que el Padre le dio, y que en Su regreso nos hará sus coherederos. Por último, Rebeca, como tipo de la Iglesia, le será entregada a Cristo cuando el vuelva, una Iglesia hermosa y gloriosa sin mancha ni arruga, y que procede del mismo linaje de Cristo.

Por último Jacob representa la transformación del Espíritu Santo. Su nombre era Jacob, o suplantador y se le fue cambiado por Israel que significa el príncipe de Dios, o el que lucha con Dios. El nombre denota la persona, por lo tanto cuando su nombre le fue cambiado, su persona fue cambiada, sufrió un cambio, una transformación. En toda la vida de Israel, vemos como Dios fue tratando con su carácter, su personalidad y sus peculiaridades, con el objetivo de moldearlo según Su propósito. Jacob es un tipo del tratamiento que recibimos por parte de Dios a través de Su Espíritu, a fin de moldearnos y conformarnos a Su imágen.

Experimentar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, es experimentar al Dios triuno.

En Cristo: M.A.G.

domingo, 7 de agosto de 2011

Disfrutando a Dios como las aguas. I


Me dejaron a Mí, fuente de agua viva...

El pueblo de Israel cometió dos males muy grandes: abandonó al Señor como su fuente de agua, y cavaron cisternas rotas. (Jer. 2:13).

Dios quería ser para ellos una fuente de satisfacción y deleite. Dios quería saciar la sed de su pueblo. El no solo quería que ellos lo estimen como un Dios a quien adorar, algo santo para venerar y postrarse, sino que Jehová buscaba que su pueblo bebiera de Él.

En otro versículo leemos: A todos los sedientos: Venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid comprad y comed. Venid y comprad sin dinero vino y leche. Isaías 55:1.

Dios hace un llamado a todos los sedientos a venir a beber de El. Este llamado es el mismo que hizo el Señor en Juan 7:37. Si alguno tiene sed venga a Mí y beba… Tanto en el antiguo como en el nuevo testamento, Dios nos llama a que nos volvamos a El para beberle y disfrutarle.

En el versículo de Isaías está la palabra: Comprad.

Venid comprad y comed, venid y comprad sin dinero

Una compra conlleva en sí un intercambio. Damos algo de nosotros, a cambio de otra cosa. Toda compra requiere que nosotros demos algo, sacrifiquemos algo para conseguir eso que queremos.

Pero en este versículo Dios dice: comprad sin dinero…¿cómo se puede comprar sin dinero? Dios quiere que nos volvamos a El para que hagamos un intercambio, una compra, un negocio…pero sin dinero. Las aguas que nos quiere dar nuestro Dios son de un valor incalculable, entonces, cómo compramos esas aguas?

El mismo versículo lo responde: Venid. Para disfrutar de nuestro Dios como las aguas, es necesario que acudamos a Él. Cada vez que invocamos Su nombre, cada vez que decimos: ¨Señor me entrego a Ti, haz Tu voluntad¨, allí ocurre un intercambio. Obtenemos más de Él, a cambio de nosotros. Nuestro ser va disminuyendo, somos vaciados para que Él nos llene. El nos da sus aguas, a cambio de nuestra sequedad.

El punto aquí es volverse al Señor. En Isaías el Padre nos dice: A todos los sedientos: Venid, en el nuevo testamento, el Padre en el Hijo, nos dice de nuevo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. (Juan 7:37).

El precio para comprar estas aguas, es volvernos a Él.

En Cristo: M.A.G.

Disfrutando a Dios como las aguas. II

En Isaías 12:3 dice, Sacaréis con gozo, aguas de la fuente de la salvación. Dios desea ser estas fuentes de aguas. Pero en Jeremías 2:13 dice; me dejaron a Mí fuente de agua viva.

De aquí que podríamos preguntar: ¿Porqué en Isaías dice fuentes y en Jeremías dice fuente?

Las aguas de salvación que encontramos en Isaías 12:3, se refieren a Cristo como espíritu vivificante que nos suministra la vida eterna, la vida de Dios, y nos salva del mundo, del pecado y de Satanás. El Espíritu Santo en nosotros no solo es una fuente, sino muchas fuentes de las cuales podemos disfrutar a Dios en diferentes maneras y en cualquier circunstancia.

EL Señor dijo: el que cree en Mí...de su interior correrán ríos de agua viva. Estos ríos son el Espíritu como fuentes de aguas que nos nutren y satisfacen nuestra sed de Dios. El salmista David decía: Mi alma tiene sed, tiene sed del Dios vivo.

Cristo es el escogido de Dios para satisfacer la sed del hombre.

En Isaías vemos a Dios como las fuentes de la salvación en Cristo. Pero en Jeremías vemos una sola fuente, no muchas, porque en Jeremías vemos a Dios en su calidad de Padre quien quería ser la fuente de vida para su pueblo escogido. Las fuentes de aguas para salvación están en el Hijo, y la fuente de vida está en el Padre. Ambos son la misma persona. Estos ríos provienen de Dios. El Padre es la fuente, el Hijo es el caudal y el Espíritu es el fluir. En la biblia vemos este cuadro en el primer capítulo de Génesis y en los últimos capítulos de Apocalipsis. En génesis, está el rio que regaba el huerto y el árbol de la vida. En Apocalipsis está el árbol de la vida con sus doce frutos y el río de la vida que sale desde el trono de Dios y del Cordero y que abastece a la Nueva Jerusalén.

En salmos 36 8-9 vemos una vez más este cuadro: …tú los abrevaras del torrente de tus delicias, porque contigo esta el manantial de la vida…

Dios quiere ser para nosotros un manantial, un torrente de agua que salta para vida eterna.Cuando tocamos al Señor en nuestro espíritu, cuando nos volvemos a Él, podemos disfrutar de estas aguas.

Otro cuadro que nos muestra a Dios como nuestra agua de vida está en la roca hendida de la cual bebieron los hijos de Israel. La roca era Cristo, quien fue hendido, herido por nosotros, para que podamos beber de El. Cuando el Señor fue herido por la lanza del soldado romano, de su costado brotaron dos sustancias: sangre y agua. La sangre brotó para nuestra salvación y el agua para darnos vida.

Hoy en día el Señor es esa fuente de agua y salvación para nosotros. Solo debemos acudir a Él y beber de Él.

El que invoque el nombre del Señor será salvo.

En Cristo: M.A.G.

El verdadero día de reposo.

Isaías. 58:13-14.

Si retrajeres del día de reposo tu pie de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares, delicia, santo, glorioso de Jehová, y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová y Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.

En este versículo es notable como Dios nos deja ¨marcas¨ ¨señas¨ de su triunidad. En la biblia el número tres denota la triunidad de Dios. En estos versículos, Jehová le muestra al pueblo de Israel de qué manera debía apreciar el día de reposo y luego hace una promesa maravillosa.

En estos dos versículos hay tres juegos de tres palabras cada uno:

Si retrajeres del día de reposo tu pie de hacer tu voluntad en mi día santo y lo llamares…
(Aquí encontramos el primer juego de tres).
1.-Delicia.

2.- Santo.

3.- Glorioso de Jehová.

Estos tres atributos son propios de nuestro Señor Jesús.

Dios deseaba que Su pueblo se deleitara en Su día de reposo, que lo santifique y que sea un día glorioso para ellos. Solo el Señor Jesús puede hacer que, a través de Su espíritu en nosotros, lleguemos a deleitarnos en Dios. Si disfrutamos al Señor, El será para nosotros una delicia, algo santo, y un hombre glorioso de Jehová.

El siguiente juego de tres dice:
…y lo venerares:

1.- No andando en tus propios caminos.

2.- Ni buscando tu voluntad.

3.- Ni hablando tus propias palabras.

Aquí Dios muestra la manera en la que El deseaba que los hijos de Israel practiquen el día de reposo. Tanto para los israelitas como para nosotros, es imposible cumplir a cabalidad estas tres demandas. Tarde o temprano nos vemos envueltos en nuestras propias metas, en nuestra voluntad, y hablando nuestras propias palabras. La única manera de practicar el día sábado es según la manera neotestamentaria que nos fue explicada por el Señor a través del apóstol Pablo cuando dijo: Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí. Solo el Señor en nosotros puede practicar el día sábado porque Él es el Señor del sábado. Solo el hijo de Dios puede, a través de Su espíritu, hacernos cesar de toda obra, hacernos olvidar de nuestras metas, cambiar nuestro lenguaje y hacer que renunciemos a nuestra voluntad. Cuando andamos en el Espíritu estamos cumpliendo el día sábado.

El último juego de tres, implica una promesa triuna:

…entonces…

1.- Te deleitarás en Jehová.

2.- Yo te haré subir sobre las alturas de la tierra.

3.- Y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre.

En esta promesa vemos al Dios triuno como un galardón para aquel que permanezca en Cristo hasta el final. El primer galardón es el Padre, como nuestro deleite.

EL segundo, subir sobre las alturas de la tierra, representa la resurrección de Cristo en calidad de Espíritu vivificante. Cristo en Su resurrección subió a las alturas de la tierra para ser glorificado por el Padre.

Por último, comer la heredad de Jacob, es comer al Hijo, a Cristo, como cordero para nuestra salvación y como nuestra herencia en el día de nuestra glorificación.

Entonces en esta promesa esta el Dios triuno completo como un premio para aquellos que guarden el día de reposo, o sea para aquellos que permanezcan en Cristo. El Padre como nuestro deleite, el Hijo como nuestra comida y el Espíritu como nuestro poder de resurrección.

Cuando contactamos al Señor en nuestro espíritu, cuando le disfrutamos y cuando andamos en El, automáticamente guardamos el día de reposo.

Cristo es el Señor.

M.A.G.