jueves, 21 de abril de 2011

EL grano de trigo

Era necesario que el grano de trigo cayera en tierra, que sea quebrado, que muera y que al dar fruto, engendre muchos más como él.
El Señor en su calidad de grano de trigo, bajó hasta este mundo, fue sembrado entre los hombres, vivió una vida restringida como la de cualquier mortal.
Pero su muerte, seguida de su resurrección, dio paso a la revelación de la gloria del Padre en el cuerpo del Hijo.
La resurrección del Señor fue la glorificación de un hombre total y perfecto. Jesús fue el primer hombre en ser glorificado por Dios, con la misma gloria divina.
Es por eso que en este momento, podemos decir que hay un hombre en la gloria. Hay un hombre sentado en el trono de Dios. Jesús es este hombre. (Bendito sea Él).

En el momento de Su resurrección nosotros fuimos incluidos allí. De esa manera fue que nosotros fuimos engendrados en El. En el momento de Su resurrección estábamos con El. ¡Fuimos resucitados juntamente con El.!! Por eso, ahora, Jesús en nosotros es esta esperanza de gloria. Jesús en nosotros es Dios habitando en un cuerpo humano ¨colectivo¨

Hoy la iglesia, es el cuerpo ¨agrandado¨ o ¨multiplicado¨ de Cristo. Nosotros somos los muchos granos, que amasados forma un mismo pan. Cristo es el pan, nosotros los granos, Cristo es la Cabeza, nosotros, los miembros de Su Cuerpo.
El Señor como el primer grano, en su resurrección, dio a luz muchos ¨granos¨ de trigo para Dios. Cuando el Señor resucitó, volvió al Padre. El primero salió del Padre y luego volvió a El.
Justo en ese momento, nosotros entramos juntamente con El en el Padre, por eso podemos decir que en el momento de nuestra regeneración, fuimos sembrados en Dios, y Dios fue sembrado en nosotros.

Ahora tanto Dios como nosotros compartimos una misma vida. Esta vida está en Su Espíritu, por eso es que el Espíritu santo es llamado, el Espíritu de vida. Y es por eso que Pablo decía que nuestra vida esta escondida con Cristo en Dios. (nosotros y Cristo, EN DIOS!!)
Cuando Cristo, NUESTRA VIDA!! se manifieste, nosotros seremos manifestados juntamente con El en gloria.
Es necesario que todo nuestro ser sea guiado, dirigido y transformado por este Espíritu de vida.
Cuando la Iglesia llegue a la plenitud del Señor, cuando el grano de trigo este maduro, entonces vendrá la cosecha y el Hijo nos ofrecerá ante el Padre como la primer y mejor ofrenda, como primicias de Su huerto.

Este privilegio (el de ser primicias) no será de todos, porque en Apocalipsis, el Señor dice: Al que venciere...Tenemos un llamado, el llamado a vencer, este llamado es el supremo llamamiento en Cristo Jesús. Es el llamado de participar de la transformación de nuestros cuerpos, cuando seremos glorificados juntamente con Cristo, con la misma gloria que El tenía cuando salió del sepulcro.
Gracia y paz.
En El.
M.A.G.

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