jueves, 21 de abril de 2011

Cristo y la religión

A lo largo de mi recorrido con el Señor, muchas veces me pregunté (sin encontrar respuesta) porque tantos dicen creer en Jesús, pero sus vidas carecen de cambio, de una actitud hacia Dios. Luego me di cuenta que el problema no eran ellos, sino yo mismo. Más específicamente: Mi religión. La lista de reglas, ¨quehaceres¨ y objetivos, que sin darme cuenta me había impuesto a mi mismo para alcanzar el favor de Dios y que quería imponer a los demás.
Mientras Cristo nos imparte vida, la religión nos esclaviza con ¨leyes neotestamentarias¨. Leyes que nos ha impuesto nuestra propia religión:
Los cristianos no deben...
El pastor dijo...
La Biblia dice...
El Señor nos invita cada día a disfrutar de Él, de Su persona, al deleite en el espíritu, a gozar de todo lo que El consiguió en la cruz y en Su resurrección. Pero lo único que busca la religión es ¨mantener el orden¨, ponerle una etiqueta a cada hijo de Dios. ¨Líder¨, pastor ¨ujier¨, ¨diácono¨, ¨oyente¨, ¨visita¨, ¨espiritual¨, ¨carnal¨, etc. Cualquier término es útil para la religión cuando se trata de catalogar y empaquetar la vida y las riquezas del Señor. Todo lo que tenga que ver con lo religioso, está ligado a alguna especie de sistema, rito, o actividad repetitiva en la que participan creyentes (sean genuinos o no).

Actividades que nos hacen creer que estamos avanzando en nuestra ¨vida cristiana¨ y que a la vez nos proveen cierta sensación de paz: ¨Me gusta ir a los retiros¨ ¨yo toco en el ministerio de música¨, ¨te invito a mi célula¨. Cualquier cosa o actividad que involucre el Nombre del Señor y que a la vez se lo haga de manera sistemática, es en sí una forma de religión

Todas estas cosas, reemplazan al Cristo vivo que está en nuestro espíritu. El Señor no vino para etiquetarnos, no vino a darnos actividades y de esa forma vernos ocupados. El solo vino para que
tengamos vida, y vida en abundancia. Esta vida está en Su persona y Su persona está en nuestro espíritu. Allí está el verdadero lugar de adoración.

Un hermano decía: El único lugar donde todo está en orden y en silencio, debería ser el cementerio, pero lastimosamente, nosotros hacemos lo mismo en el día del Señor. En vez de celebrar la resurrección y la presencia de Cristo en medio de nosotros, lo único que hacemos es callarnos, guardar el orden y esperar que el hermano de al lado alabe a Dios¨.

En los siguientes puntos, voy a mostrar que Cristo se opuso firmemente a la religión:

- Mas allá de todo pensamiento preconcebido sobre la persona de Cristo, su nacimiento fue llevado a cabo en una ciudad humilde. Nació en Belén. No nació en Jerusalén, ni en el templo, ni en una sinagoga. Aunque eran los lugares más importantes de la religión judía.
- Su ministerio lo empezó en Galilea. Un lugar indigno para los religiosos de aquella época.
- Su primer milagro lo hizo en una boda y convirtiendo el agua en vino.
- Quebrantó el día sábado (día de reposo). Que era un precepto guardado por los levitas y sacerdotes.
- Su primer sermón lo dio en un monte y no en una sinagoga.
- En la parábola del buen samaritano, puso como mal ejemplo a los sacerdotes y levitas.
- Mientras los fariseos y sacerdotes ponían toda su atención en cumplir las ordenanzas, en cumplir la ley, y en guardar el sábado, el Señor predicaba el evangelio del Reino compartiendo con la gente del ¨vulgo¨, con los pobres, con los recaudadores de impuestos y las prostitutas. El Señor hacía todo lo contrario de lo que hacían los fariseos.
- Mientras los levitas se enorgullecían de su templo, el Señor les retó a que lo destruyan y que en tres días lo volvería a edificar.

El Señor nos quiere dar Su vida, no mandatos. Quiere fluir en nosotros. Dejémosle hacer Su obra en nuestros corazones.
Jesús no es religión. Jesús es vida eterna, aquí y ahora.

Que el Señor esté con tu espíritu.
En Cristo.
M.A.G.

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