domingo, 16 de octubre de 2011

Dos hombres-Dos pactos.


Cada vez que sentimos depresión, alguna ansiedad, o nos perturban pecados presentes o pasados, el Señor nos debe recordar que somos nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas.

En la biblia el número dos, denota al segundo de la trinidad, al Hijo Jesús. Pero también significa el número de la nueva creación. En toda la historia de Dios con el hombre, podemos ver sólo dos creaciones. La primera, o la antigua creación, la encontramos en génesis. Allí Dios creó de la nada todos los árboles, montañas y ríos.

Pero por causa del pecado esta creación fue contaminada y maldecida. Por tanto fue necesaria una segunda creación. Esta segunda creación tiene como materia prima al Cristo-Cuerpo, o sea, Cristo en sus redimidos. Todo aquel que ha recibido a Cristo y tiene al Espíritu Santo, no es solo parte de la nueva creación, sino que es en sí una nueva creación, una nueva criatura.

En esta segunda creación, Cristo lo es todo y en todos.

También vemos dos hombres, Adán y Cristo. Adán como el primer hombre, tenía que haber cumplido el plan de Dios, de gobernar por Dios y expresar su imagen en esta tierra. Pero Adán fracasó y por causa de él, entró el pecado en el mundo. Así que Dios vino en Cristo como el segundo Adán o el Postrer Adán. Este Jesús cumplió con todas las demandas divinas y en la cruz dio por terminada la primera creación. Luego de su muerte y resurrección dio inicio al nuevo hombre, quien otra vez, viene a ser Cristo en Su Cuerpo (los redimidos) de esta era, Su Iglesia.

Esta segunda creación y este segundo Adán, no fueron creados, sino que están unidos orgánicamente al Cuerpo de Cristo. Cristo en nosotros es esta segunda creación y este nuevo hombre, pero se necesita de la edificación para que se lleve a cabo esta creación-edificación.

También vemos dos pactos. El primero que fue promulgado y sellado con la sangre de machos cabríos, no tenía la eficacia suficiente para redimir a todos los que se querían acercar a Dios. Era un pacto perecedero. El antiguo testamento junto con la ley exponía la impotencia e inutilidad del hombre caído, en su intento de tener comunión con Dios.

Fue necesario promulgar un segundo pacto, que no solo reconciliara al hombre con Dios sino que le diera a éste la manera de vivir y expresar a Dios de la misma forma que tendría que haberlo hecho Adán.

Este nuevo pacto fue firmado con la sangre de Cristo y sellado por su Espíritu Santo. En este pacto, todos los redimidos tienen la potestad de ser llamados hijos de Dios, quienes participan de Su vida, Su naturaleza y Su santidad, los cuales les hace aptos para entrar en el Reino y disfrutar de las mismas bendiciones que disfrutará Cristo cuando sea puesto por Rey de reyes y Señor de Señores sobre toda la antigua creación.

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