En Cristo.
M.A.G.
Pero el que se une al Señor, un espíritu es con Él. Porque la letra mata, mas el espíritu vivifica. (1Cor.6:17, 2Cor.3:6b).
En el aspecto jurídico vemos la redención, producto de la muerte de Cristo en la cruz, un hecho que se llevó a cabo según la santidad y justicia de Dios, quien al no poder aceptarnos como partícipes de Su gloria, demandaba el derramamiento de sangre inocente para pagar la culpa del pecado sobre la humanidad.
Mientras tanto nosotros estábamos destinados a un litigio: Por ser pecadores nos esperaba un juicio sin fiscal, sin abogado, sin defensores y sin demandantes, solo un juicio ante el trono blanco y una sola sentencia, un solo veredicto con pena capital: El infierno. Pues bien, Cristo, como nuestro cordero vino y pagó el precio del rescate y no conforme con eso, hoy es nuestro sumo sacerdote y nuestro abogado delante de Dios. Esto lo llevó a cabo mediante su salvación jurídica.
Ahora veamos el aspecto orgánico. Una vez que Cristo pagó el precio de nuestra redención, sopló Su espíritu en los discípulos, se infundió en ellos y se convirtió en su nueva vida. Ahora, se esta llevando a cabo una obra de ¨reemplazo¨, Cristo busca reemplazar nuestra vida, por Su vida. esto es algo totalmente orgánico-espiritual. Es algo que se lleva a cabo en nuestro espíritu, la parte más profunda de nuestro ser.
En esta etapa el pecado y la muerte son un tema resuelto y finalizado ante los ojos de Dios. Ahora Dios empieza una nueva etapa en nosotros, este es el aspecto orgánico. Es un proceso que lleva toda la vida del creyente y empieza con :
-La regeneración (etapa inicial).
-Sigue con la santificación, transformación, conformación (etapa progresiva)
-y finaliza con la glorificación (la consumación).
Esto va más allá de una simple doctrina o enseñanza. Se trata de nuestro vivir diario. De una vida consagrada a Dios, un sacrificio vivo. Si no hay sacrificio, no hay resurrección, si no nos consideramos muertos, no nos podremos considerar resucitados.
En este asunto necesitamos ejercitar nuestra fe junto con nuestro espíritu, confiando plenamente en el Señor, que la obra que El empezó la perfeccionará, tal como lo prometió a través de Pablo.
No solo debemos estar conscientes de nuestra absolución del juicio ante el trono blanco y de que hemos sido rescatados del infierno, pero también tomemos en cuenta la Vida que hay dentro de nosotros y de cuanto necesitamos que esta Vida fluya desde nosotros, que fluya desde nuestro espíritu, pasando por nuestra alma, hasta que todo nuestro ser sea guardado irreprensible para el Señor, y de esta manera Dios pueda llevar a cabo su salvación completa en nosotros.
En Cristo.
M.A.G.
H.W.N.
Las cosas que Juan vio tienen que ver con el misterio de Cristo, los siete candeleros y las siete estrellas en Su mano derecha. Las cosas que han de ser después de estas, se relacionan con eventos del futuro. En lo que debemos poner nuestra atención es en ¨las cosas que son¨ ya que tienen que ver con el presente, lo que nos atañe en este tiempo, en esta era.
Las cosas que son, tienen que ver con las siete cartas a las siete iglesias que el Señor le dictó a Juan. En toda la Biblia no vemos que el Señor Jesús haya escrito algún libro, Él no dejó ningún documento escrito de Su puño y letra. Pero lo que sí dejó fueron las cartas a las iglesias, que son el único documento ¨dictado¨ por el Señor a un ser humano.
Así como en el Antiguo Testamento, los profetas tenían que escuchar a Jehová y escribir la profecía tal como se lo decía Dios el Padre, en el libro de Apocalipsis vemos la misma situación: Dios en Cristo (glorificado) dictando una profecía para ser escrita en un libro. El testimonio de Jesús es el espíritu de esta profecía.
Las siete cartas iban dirigidas a estas siete iglesias o siete candeleros, que si bien ante los ojos de Dios, todas son iguales, todas tienen el mismo tamaño y la misma constitución (todas son de oro) en el tiempo de Juan, se habían degradado. Por eso vemos reiteradas veces como el Señor le dice a una y a otra iglesia: Arrepiéntete, (Ap. 2:5, 2:16, 3:3, 3:19).
Pero hay algo que me llama la atención cada vez que leo los capítulos dos y tres. Aunque el mensaje a cada iglesia es diferente, hay cuatro frases que se repiten en las siete cartas. Hay cuatro enunciados que el Señor les hace a todas las iglesias, incluida Filadelfia, la iglesia que no fue reprendida.
Estos cuatro enunciados son: El que tiene oídos oiga - lo que el Espíritu - dice a las iglesias - al que venciere...
1. El que tiene oídos, oiga. Todos tenemos oídos, pero no todos oímos. Por eso el Señor dice en forma condicional: ¨El que tiene¨. En la iglesia degradada algunos tienen oídos para las cosas del mundo, otros sólo quieren escuchar un buen sermón, pero pocos tienen oídos para el Señor, el Espíritu que está en nuestro espíritu. Que nuestra oración sea: Señor, abre mis oídos, quiere tener oídos solo para Tí.
2. Lo que el Espíritu. El Señor es el Espíritu. Aquí el Espíritu es el Señor resucitado, hecho Espíritu vivificante que, como Cabeza de la Iglesia nos imparte Su palabra y Su vida. Si escuchamos, si tenemos oídos para oír al Señor, veremos la Cabeza, así como Juan escuchó al Señor y vio Su gloria. Si oímos, estaremos conscientes del hablar de esta Cabeza ascendida. Esto nos llevará automáticamente a ver el Cuerpo, la Iglesia.
3. Dice a las Iglesias. El hablar del Señor para este tiempo, (las cosas que son) está enfocado plenamente en Su iglesia. El está edificando Su Iglesia. El Señor sabe que el tiempo se ha cumplido y que la boda está preparada. Todo está listo, menos la Novia. Por eso es que después de anunciar condicionalmente: El que tiene oídos...una vez más vuelve a tomar un verbo en su forma condicional: Al que venciere...
4. Al que venciere... Muchos son los llamados y pocos los escogidos. Sólo los que tienen oídos para oír lo que el Espíritu dice a las iglesias, son candidatos a ser vencedores. ¿Pero vencedores de qué? Vencedores de la degradación que hay en la iglesia. Éstos son los que disfrutarán del árbol de la vida, de la piedrita blanca, del reinado junto con el Señor, y de los otros ¨trofeos¨que el Señor dará. Éstos son los que ¨apurarán¨ la venida del Señor. Si el Señor no ha venido hasta este día, es porque la Novia no está preparada.
En todas las cartas a las iglesias de Apocalipsis 2 y 3 (menos una, la de Filadelfia) vemos que la degradación del mundo alcanzó al cuerpo de Cristo. Por eso es que el Señor hace un llamado en este tiempo, un ¨reclutamiento¨ a aquellos que quieren ser la Novia resplandeciente, sin mancha ni arruga. Que el Señor abra nuestros oídos para que escuchemos lo que el Espíritu dice a las iglesias en este tiempo, de esta manera podamos vencer y así acortemos la venida del Señor.
Jesús es Dios.
En Cristo.
M.A.G.